- 100 g de garbanzos secos,
- 100 g de cebada en grano,
- 1/2 cucharadita de bicarbonato,
- 1 cebolla blanca o morada,
- 1 puerro pequeño,
- 2 dientes de ajo,
- 200 g de calabaza pelada,
- 2 huevos L,
- 1/2 cucharadita de comino molido,
- 1/2 cucharadita de hinojo seco,
- 1/2 cucharadita de pimentón dulce,
- 1 cucharadita de mezcla de hierbas provenzales,
- 1 cucharadita de miso (opcional),
- 80 g de queso rallado (opcional),
- 2 cucharadas de levadura de cerveza,
- 100-120 g de pan rallado,
- pimienta negra, sal y aceite de oliva virgen extra.
Poner a remojo los garbanzos toda la noche. Desechar ese agua al día siguiente, poner en una olla exprés y cubrir con agua limpia. Cerrar la olla y cocer siguiendo las instrucciones, unos 25 minutos, o cocer en olla normal al menos 1 hora.
Picar bien la cebolla, el puerro y los dientes de ajo. Trocear la calabaza en cubos pequeños. Calentar un poco de aceite en una sartén amplia y pochar la cebolla con el ajo unos minutos. Añadir una pizca de sal e incorporar el puerro y la calabaza. Agregar un poco de agua o caldo si se quedara muy seco. Añadir las especias y un golpe de pimienta. Tapar y cocer a fuego bajo, removiendo de vez en cuando, hasta que la calabaza casi esté deshecha.
Escurrir bien los garbanzos y la cebada y aplastar con un tenedor. Incorporar las verduras, los huevos ligeramente batidos, el miso y el queso si usamos, la levadura de cerveza y el pan rallado. Salpimentar y mezclar todo muy bien hasta tener una masa homogénea, consistente pero húmeda, que nos permita formar las albóndigas. Ajustar la cantidad de pan o añadir un poco de agua o leche si fuera necesario.
Formar unas 25-30 albóndigas con las manos humedecidas. Si se hacen más pequeñas serán más fáciles de cocinar. Calentar aceite en una sartén y cocinar las albóndigas en tandas, a fuego medio, cuidando que no se quemen. Podemos cocinarlas completamente así o marcarlas un poco para terminar de guisarlas en salsa o en una sopa.
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